martes, 26 de febrero de 2008

Presos de la subjetividad

Es claro que todos tenemos nuestras ideas con respecto a los acontecimientos históricos y que todos pensamos diferente, que creemos la parte de la historia que más nos gusta, nos conviene o la que nos hicieron creer. Quizás siendo más profundo en el pensamiento, creo que también vemos la realidad que más nos alegra o nos cae mejor al estomago por la omnipresente subjetividad que para mí es inherente a cada uno de nuestros pensamientos. Con esto quiero decir que, no creo en el pensamiento objetivo a mayor o menor escala; siempre hay una pizca de ese polvito subjetivo que mamamos de las personas que nos criaron, rodearon, enseñaron, quienes han sido nuestros referentes.
A veces hasta nos mentimos para sentirnos bien, después de esa trompada que nos pega la realidad en medio de nuestros pensamientos mas arraigados, esos que han sido sellados por la subjetividad que los elabora de una manera tan segura por la que logran hacerse casi intocables.
La realidad supera y destroza por completo estos pensamientos tan sazonados, estas ideologías que hemos creído irrefutables y que a veces seguimos defendiendo; a menos que dejemos de mentirnos, que cambiemos de idea, que nos seduzca una nueva subjetividad con tantas virtudes y errores como la que abandonamos, cosa inusual en la naturaleza de nosotros mismos.
Esos pensamientos ideológicos, subjetivos que se ven aplastados por el peso inevitable que tiene la realidad en si misma, la ineludible, la cruel, la que va a morir soltera porque no encuentra quien la entienda ya que todos los días esta cambiando y nos obliga a volver a pensar lo que ya pensamos mil veces y nos termina aburriendo porque no queremos cambiar nuestra forma de pensar; ¿para que? si es la mas acertada, si es lo que yo digo, etc.
Dichos pensamientos son el fruto del romance inevitable con esa fervorosa amante la seductora e inadvertida subjetividad adquirida; la pobre tan viejita como nosotros mismos, tan elaborada desde nuestros primeros días, la que nos han regalado algunas personas que han pasado por nuestra vida, las situaciones que hemos vivido y algunas otras cuestiones, que no seguiré enumerando porque sino el viaje se me va a hacer muy largo.
Al final solo quiero dejarles un cortometraje para que vean. Me pareció muy poco subjetivo, muy imparcial y es eso lo que mas destaco del mismo el divorcio casi consumado con la subjetividad o visto de otra manera la poligamia subjetiva y el mensaje que deja que a mi forma de ver las cosas puede caer bien al estomago de todos, siendo que trata un tema que divide ideológicamente a mucha gente; quizás después de verlo entiendan un poco mas la sopa de letras que hice mas arriba.
Este cortometraje es parte de una película colectiva que se llama 11’09”01 Once de septiembre, compuesta por 11 cortometrajes dirigidos por 11 cineastas representativos de una gran diversidad cultural; con una inspiración común: los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y sus consecuencias; con una duración simbólica: 11 minutos, 9 segundos y 1 imagen (11’09”01). A todos los directores se les garantizo plena libertad artística.
En este que elegí es Sean Penn como director quien nos ofrece la historia de un anciano un poco trastornado que pasa su vida monologando en su oscura habitación. Vemos sus actividades cotidianas y sus conversaciones con una esposa que ya no existe. El día de la tragedia, su cuarto se llena de luz y ocurre un pequeño milagro.

 
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